El 15 de septiembre de 2016 sesionó por primera vez la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México en la casa Xicoténcatl, antigua sede del Senado de ese país. Su objetivo fue modificar la Constitución Política para la capital mexicana en un plazo de cuatro meses y medio. Gabriela Rodríguez fue una de las 100 diputadas y diputados que integró la Asamblea.
“Yo todavía no me la creo que logramos una Constitución tan avanzada. Y eso, pienso, tuvo que ver con que había mujeres en todos los grupos, en todas las comisiones”, dice Gabriela. Sobre lel proceso constituyente que se desarrolla en Chile, es clara: “Hay que subir a tribuna todos los temas todo el tiempo; no solamente los de las leyes, sino todo lo que esté ocurriendo”.
En esta entrevista, Gabriela Rodríguez aborda distintos aspectos del proceso, que hemos organizado bajo subtítulos para que puedas revisar la temática que te interesa:
- El camino personal y colectivo a la Constituyente.
- La agenda feminista en la constitución.
- Desencuentros y estrategias para encontrarse entre mujeres.
- Desafíos de una constituyente feminista en una sociedad patriarcal.
- Estrategias para instalar la agenda y la articulación con la sociedad civil.
- La realización de la Constitución en la política.
- Consejos para las constituyentes chilenas.
El camino personal y colectivo a la Constituyente
¿Cómo definiría el proceso de conformación de esta Asamblea?
“Desde la campaña fue muy complicada. La constitución se formó por 100 diputados constituyentes y por primera vez fue congreso paritario, mitad hombres y mitad mujeres, 49 hombres y 51 mujeres… en realidad 50 mujeres, porque hubo una silla vacía. Ella tenía que ser designada y nuestra bancada de Morena (el partido que conforma) estuvo en contra de la designación. Nosotros estábamos porque fueran elegidas, por lo que el que debía ser designado quedó como silla vacía. La forma en que se estructuró la Asamblea fue muy injusta y antidemocrática. Quedamos solamente 22 diputados del Partido Morena en ese momento y los otros eran designados: 12 por el presidente, 14 por el Jefe de la ciudad de la Ciudad de México, 14 por el Congreso Federal y 14 por el Senado. Tuvimos la mayoría de los votos, sin embargo, tuvimos 22 de 100 constituyentes. Ese fue el primer gran reto. Y como era una Constitución, necesitábamos 2/3 de votos para cada artículo, es decir, mayoría calificada”.
“Esto significaba que necesariamente el trabajo tenía que ser de negociación de cada uno de los artículos con las otras fracciones parlamentarias, con el PAN (el partido de la derecha), con el PRI (el partido oficial, que estaba hace dos años), el PRD y el Movimiento Ciudadano. Y además había un buen número de diputados ciudadanos sin filiación partidista. Así llegamos a integrar la Asamblea. Fue muy difícil, pero muy interesante. Yo pienso que fue un verdadero ejercicio de diálogo parlamentario por esa Constitución tan plural. Creo que en esto tuvo que ver que la mitad éramos mujeres”.
¿Cómo fue tu campaña para ser constituyente?
“Nosotras hicimos campaña con nuestros propios recursos, porque no había dinero para campaña, sólo había dinero para elegir diputadas y diputados (en el partido). Entonces hicimos un video, con nuestros propios recursos, haciendo alusión a nuestra Constitución. México tiene dos constituciones que fueron aportaciones al mundo: la de 1857, en pleno siglo XIX, imagínate que se metió ahí un Estado Laico, y luego la de 1917, que es la primera constitución del mundo que reconoce los derechos sociales y económicos, o sea, que coloca a la educación y a la salud como derechos humanos, por ejemplo. De hecho, la Declaración Universal de 1948 retoma de la Constitución Mexicana del ‘17 los derechos sociales y económicos, por ejemplo, el derecho al trabajo”.
“Entonces nuestra campaña era así: ‘Grandes hombres hicieron la Constitución de 1857 y 1917. Grandes mujeres construirán la Constitución del 2017’. Porque en las dos anteriores eran todos hombres y esta sería la primera en que íbamos a ser la mitad mujeres”.
¿La paridad en la constituyente existía por una regulación?
“Hubo una propuesta del Congreso Federal sobre cómo hacer la Constitución de la Ciudad de México. Iba a ser la primera, eso hay que entenderlo, iba a ser la primera vez que teníamos una constitución local, y la propuesta ya venía con paridad de género. Se propuso que fueran 100 constituyentes y que los designara el Senado, pero nosotros no estábamos de acuerdo en que no fueran elegidos democráticamente”.
La agenda feminista en la Constitución
Desde la perspectiva social ¿qué aportes trajo el movimiento feminista para impulsar la discusión? y ¿cuales fueron las articulaciones con el movimiento feminista fuera de la constituyente?
“Obviamente, yo no era la única feminista que iba. Había importantes feministas como diputadas constituyentes. Yo recalcaría la presencia de Clara Brugada, que por cierto estuvo y está hoy en un diálogo presentando en un grupo regional de América Latina su aportación. Ella fue de las más importantes feministas y fue la Secretaria del Congreso. El presidente de la Asamblea Constituyente fue mi actual jefe: Alejandro Encinas, hoy es el Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, y la secretaria era Bregada, de nuestra fracción, quien hoy es alcaldesa de la más grande alcaldía de la Ciudad de México, que se llama Istapalapa. Yo te podría decir que ella es la que está aplicando esta Constitución ahora como alcaldesa en ese municipio, que es el más grande de América Latina. Ella es una de las más brillantes”.
“También estuvo una académica muy conocida en México y en el mundo, por lo menos en América Latina: Marcela Lagarte, quien también fue diputada constituyente coordinando la mesa de DD.HH. Teníamos ministras muy fuertes, como la actual Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, ex Ministra de la Suprema Corte de Justicia, quien fue también diputada constituyente. Ellas son las principales feministas que estuvieron ahí, hubo más. Ya desde la campaña nos empezaron a invitar las organizaciones feministas. Había unas que se llamaban “Las constituyentes”, era un grupo muy plural que organizaron solo para influir en la Constitución de la Ciudad de México. Me gustaba que habían muchas de sectores populares, por supuesto indígenas de sectores populares y académicas, era un poco de todo. Y ellas nos reunieron varias veces a las candidatas, y de hecho fue clave porque varias iniciativas que yo empujé venían de ese grupo”.
¿Cómo cuáles iniciativas?
“La académica experta en temas de cuidado, por ejemplo, trabajó en todas las iniciativas que llegamos a lograr en el artículo 9 de Derecho al Cuidado. Yo creo que es la única constitución de este país que tiene el derecho al cuidado. En este sentido, estoy hace un año trabajando como Secretaria de las Mujeres de la Ciudad de México y te puedo decir que la alcaldesa Clara Brugada ya está instrumentando un sistema de cuidados en Istapalapa, que, además de ser la más grande, tiene indicadores muy altos de marginación y de pobreza. Ahí ella está instalando ya un sistema de cuidados. Ese para mí es uno de los temas más emergentes en nuestra agenda feminista”.
“Además del anterior artículo, fue también importante incluir en el artículo 8: “Se procurará la ampliación paulatina de las jornadas escolares hasta un máximo de 8 horas”. Las escuelas públicas preescolares en México tienen una jornada desde las 9:00 a las 12:00 de la mañana; y las primarias, de 9:00 a 1:30. Yo digo: ‘¿qué mujer puede tener un trabajo a tiempo completo si a las 9:00 deja al niño al preescolar y a las 12:00 tiene que ir a recogerlo?’. De esto ya hay una experiencia previa de unas 2000 escuelas en este país, que se llaman las Escuelas de Tiempo Completo, pero son pocas, porque implica darles de comer a los niños y niñas, es un tema de presupuesto. Para mí era muy importante dejar en esta Constitución que se va a intentar ampliar hasta un máximo de ocho horas la jornada y que complementen educación artística, deportiva, educación sexual, cultura, salud…. entonces eso quedó también vinculado en el derecho al cuidado”.
Gabriela detalla los avances que fueron alcanzando, como el derecho al tiempo libre (“toda persona tiene derecho a tener tiempo libre para la convivencia, el esparcimiento, el cuidado personal, el descanso, el disfrute del ocio y a una duración razonable de sus jornadas laborales”) y los derechos sexuales y reproductivos (“derecho a decidir sobre la manera de ejercer la sexualidad libre, responsable, informada, sin discriminación con respeto a las preferencias sexuales, orientación sexual e identidad”), el derecho al aborto, a la protección de la mujer, a la reproducción asistida y a la maternidad voluntaria. “El hecho de que diga ‘derechos sexuales’. Esos son avances que dio esta Constitución en temas de derechos reproductivos son importantes. Yo espero que en Chile sí los van a agregar, porque los tomamos textuales del Consenso de Montevideo de 2013, que por cierto, Chile también firmó”, dice Gabriela.
“Por cierto, en la Constitución, en su artículo 4, se establece que es transversal la perspectiva de género en toda la Constitución, y también la inclusión, la no discriminación, el interés superior de la niñez, la interculturalidad, la perspectiva etaria (o sea jóvenes, niños, niñas, jóvenes adultos y mayores) y también la sustentabilidad. Pero ahí está. Es importante que quede como una transversal la igualdad de género. Se enojaban mucho en la Asamblea porque, en cada artículo, así fuera de propiedad, de planeación urbana, metíamos igualdad de género… porque hay que meterlo”.
Desencuentros y estrategias para encontrarse entre mujeres
¿Qué dificultades encontraron en el camino para lograr este tipo de derechos?
“Las dificultades, todas. Yo te puedo decir que desde el primer día estuvieron. Por ejemplo, la fracción parlamentaria del PAN colocó el derecho a la vida en la Constitución. ¿Quién está en contra al derecho a la vida? Nadie quiere que se mate a las personas. Pero, ellos querían colocarlo para echar atrás un código penal en la Ciudad de México, que existe y que autoriza la interrupción legal del embarazo por decisión de la mujer. Para nosotros era obvio que al introducir el derecho a la vida íbamos atrás con el derecho al aborto. Te puedo decir que se subió 10 veces a tribuna el derecho a la vida y teníamos afuera del recinto -en una casa preciosa, la Casa de Jicotenca, en pleno centro- durante cuatro meses, a los militantes pro vida gritando: “no al aborto, sí a la vida”. Todos los días allí estuvieron”.
“En este sentido, no nos metimos a hacer argumentación ética filosófica, porque nosotros queríamos ser efectivas y no permitir que entrara el artículo. Yo te puedo decir que lo más importante en la argumentación fue señalar que no podían enviar a la cárcel a las mujeres por decidir si tener o tener hijos. Y eso fue constantemente. Una semana antes de cerrar la Constitución cambiaron a un diputado del Partido Verde Ecologista de México (que es como las tres mentiras, porque ni es verde, ni es ecologista, ni es partido) y pusieron a quien fue abogado del obispo de la Ciudad de México para que fuera a defender el derecho a la vida, porque no lograban mayoría de ¾”.
“Nosotros decíamos: ‘¿quién de ustedes está de acuerdo con que se vaya a la cárcel una mujer?’, y dábamos el perfil: mujeres indígenas, las más pobres, ellas son las únicas que están en la cárcel. Se daban todos esos datos. En este debate, una de mis compañeras en Morena, la diputada Patricia Ortiz, se paró y le dijo a este señor, quien había defendido a un arzobispo que había sido cómplice de un pederasta: ‘Usted defiende la vida, pero usted también defendió a un cómplice de pederastia, defiende a la vida pero está a a favor del abuso sexual a los niños’. Bueno, nunca más volvió ese señor a pararse en la Constitución… lo hizo pedazos”.
Gabriela Rodríguez relata que el día antes de cerrar la Constitución, un diputado constituyente del PAN, Santiago Creel, intentó meter en un artículo transitorio el derecho a la vida. En ese momento, a ella, dice, “le salió un grito del estómago”: “sobre mi cadáver”. La sala quedó en silencio y el diputado no siguió con su discurso. Hasta la fecha a Gabriela la recuerdan por esa frase, que impidió la ofensiva final para incluir el derecho a la vida en la Constitución de la Ciudad de México.
¿Cómo fue la articulación política con las mujeres de derecha?
“No fue fácil, pero yo les doy esa argumentación: no se metan a la ética, a la religión. A mí llegaron compañeras del Partido Acción Nacional (PAN), que son cristianas de derecha, y una se me acercó y me dijo: ‘yo no estoy a favor del aborto, pero eso que dices de que las metan a la cárcel, no me gusta’. Le respondí: ‘pues convence a tu bancada, mi reina. Si tú pones el derecho a la vida, se van a ir a la cárcel. Es lo único que te puedo decir, olvídate de tus argumentos’. ‘No, es que mi bancada lo tiene como principio’, me respondió. Entonces, esa es una recomendación que le doy a ustedes: no es necesario meterse en una argumentación ética filosófica de la vida, si no argumentar sobre a quién le parece justo que una mujer que no está en condiciones de ser madre, que asume esa gran responsabilidad de interrumpir un embarazo y no traer un ser humano no deseado porque no tendrá condiciones de vida, que la metan a la cárcel”.
“Había muchas mujeres y hombres de posiciones muy, muy conservadoras. Y no solo del PAN, en el PRI también, es más, sólo había dos mujeres del PRI que no eran de la agenda pro vida. Con ellas tuve muy buena relación. Teníamos aliadas en el PRD, el Movimiento Ciudadano y muchos hombres a favor de la interrupción del embarazo. Toda mi fracción, los 22, todos eran progresistas. Teníamos muchos hombres y mujeres a favor de la agenda feminista”.
“Pero sí, obviamente, teníamos que negociar. Por cierto, hubiese sido mucho más avanzada esta Constitución si no hubiésemos sido una minoría. Por ejemplo, para que no fuera el derecho a la vida las reaccionarias dijeron: ‘ok, si ustedes quitan derecho a decidir sobre su cuerpo, nosotros desistimos de defender el derecho a la vida’. Y, entonces, cambiamos lo del derecho sobre su cuerpo por el termino ‘maternidad voluntaria’. Esa fue la negociación. Y no fue posible poner la palabra ‘aborto’, ni la interrupción de embarazo. Eso ni planteártelo. El otro derecho que incluimos es el derecho al desarrollo de la personalidad, que es un hecho importantísimo, es un derecho emergente y uno de los más avanzados del mundo”.
¿Cómo evalúa la influencia del trabajo de las mujeres en esta Constitución?
“Yo todavía no me la creo que logramos una Constitución tan avanzada. Y eso, pienso, tuvo que ver con que había mujeres en todos los grupos, en todas las comisiones. Estaban en la Comisión Derechos Humanos, en la Comisión Ciudad… más allá de que no todas estaban a favor del aborto, pero sí estaban de acuerdo en todo lo demás: salarios iguales, derecho al trabajo, salarios de las trabajadoras del hogar. Eso fue muy importante, porque hoy ya tienen seguro social las trabajadoras del hogar. Por ejemplo, todas las mujeres, hasta las más conservadoras, votaron por derecho al cuidado, derecho al cuidado tuvo unanimidad”.
“Fue muy importante la alianza con las mujeres de todos las fracciones. Desde luego, teníamos políticas de mucha altura, como Clara Brugada, Berta Lujan, las ex ministras de la Suprema Corte. Ellas tienen una tremenda capacidad política, las escuchaban y respetaban todas las fracciones, porque tienen una trayectoria muy valiosa”.
“Hay muchas cosas muy interesantes. Teníamos hartos diputados identificados como LGBTI y, aunque ya teníamos el matrimonio igualitario, se agregó el derecho de la población LGBTI a unirse bajo figura de matrimonio civil, concubinato o cualquier otra forma de unión civil. En este sentido, por primera vez en México está bajando la tasa de matrimonios y subiendo la de unión libre”.
“Estamos tranquilas, porque no es un solo articulo el que defiende a las mujeres: tienes derechos reproductivos, derecho al desarrollo libre de la personalidad, derecho a una maternidad voluntaria. Es un conjunto de derechos, entonces, es importante que sean muchos derechos… son cuatro o cinco son sistemas, no es solo un artículo”.
Desafíos de una constituyente feminista en una sociedad patriarcal
¿Cómo fue ser constituyente en un mundo que está dominado por hombres y que reproduce prácticas patriarcales en todas sus formas? En este camino de ser una mujer política, ¿qué obstáculos encontraste y cómo los superaste?
“El machismo circulaba todo el tiempo en los pasillos. Era difícil hasta para que te dejaran subir a tribuna, porque le daban más entrada a los hombres de subir a tribuna. Las anécdotas en este sentido son muy grandes”.
“La tercera semana veo a las edecanes, unas chicas muy guapas, con un estoque hasta el ombligo -estoy exagerando- y con la mini falda o los pantalones pegados, y nos llevaban y nos traían el café a los constituyentes. A mí se me ocurre levantar mi manita y decirle al presidente que me parecía que era inadecuado que a las edecanes les exigieran venir escotadas y con mini falda o con pantalones apretados. Bueno, todos se quedaron así como: ‘¿esta señora qué trae?’. En el receso me buscan dos edecanes y me dicen: ‘oiga, eso es lo de menos, nuestro jefe es un acosador sexual. No sabes las cosas eróticas que nos obliga a hacer’. Él no las había tocado, pero las traía acosadas. Se trataba del jefe administrativo del Senado”, relata Gabriela. Ella lo comentó con las abogadas de su fracción y un abogado de mucha experiencia le dijo que si no hay tocamientos es muy difícil ganar una denuncia. La estrategia fue seguir diciéndolo en la tribuna de la Asamblea y en los medios de comunicación.
“Luego de una semana de vacaciones en el Congreso, ellas me dicen que las van a correr porque su jefe se había enterado de que me habían contado que eran víctimas de acoso sexual. Cuando supe eso, me paré en tribuna y les dije: ‘compañeras, compañeros, les quiero decir que hoy quizá sea el ultimo día en que están las compañeras edecanes, porque están amenazadas de que les van a quitar el empleo por denunciar acoso sexual de su jefe’. Yo pedí ayuda a varias senadoras para que hablaran en el Senado de esta cuestión. Para no hacerte el cuento largo, a las compañeras les cambiaron el jefe, las becaron para que ya no fueran edecanes, les dieron acceso a capacitación, las cambiaron de empleo dentro del Senado y cada año me invitan a comer porque les fue re bien. Hoy, hasta la fecha, ya no existen edecanes, ni en el Congreso ni en el Senado, como efecto de esa lucha que dimos”.
Estrategias para instalar la agenda y la articulación con la sociedad civil
¿Cómo hiciste para mantenerte vinculada a los debates que estaba teniendo la opinión pública, sus demandas, sus intereses?
“Algo muy importante: había parlamento abierto. Sábados y domingos había reuniones con organizaciones civiles y ciudadanía, era abierto totalmente, así que, según los temas, nos sentábamos a discutir con la ciudadanía permanentemente. Nos tardamos casi dos o tres semanas en hacer el reglamento donde se propuso parlamento abierto. Entonces, había espacios especiales que nos solicitaban las organizaciones civiles afuera del recinto. No te puedes imaginar…. lo más fuerte, desde luego, fue el movimiento pro vida y el movimiento de la defensa de los animales. De hecho quedó en la Constitución el derecho de los seres sintientes. Ganaron ¡y qué bueno! El ruido era total, constante, la movilización era todo el tiempo, adentro y afuera. Nos llegaban, por supuesto, de todas las posiciones y había que tomarlas en cuenta. A veces te ayudaban, pues te llevaban iniciativas muy buenas todo el tiempo, aparte de las iniciativas que hacían los diputados. Tú no sabes la cantidad de iniciativas que había que revisar. Una vez, una iniciativa ciudadana presentó toda una constitución completa, una constitución hecha. Así era”.
“También hubo consulta a pueblos indígenas, porque es una obligación. Se realizó una consulta a pueblos indígenas durante el proceso, una consulta directa. Tú ves a la Ciudad de México muy metropolitana, muy urbana, pero tenemos una zona rural fuertísima, tenemos pueblos originarios, también en la zona urbana”.
Existieron también constituyentes indígenas ¿cómo fue su aporte?
“Muy importante, muy importante. Yo estaba muy cerca de ese comité y nos enterábamos de lo que estaba pasando ahí. Había muchos temas de territorio, de tierras, planeación urbana, temas que no eran mi especialidad. Había un compañero que era subsecretario, él hablaba en Náhuatl, se subió a tribuna a hablar en Náhuatl y después seguía en español. Muy importante el trabajo de ese compañero”.
La realización de la Constitución en la política
El camino no terminó con la aprobación de la nueva Constitución. Gabriela Rodríguez relata que la Constitución fue impugnada por la comisión de DD HH. y la Procuraduría General ante la Suprema Corte de Justicia argumentando que esa Constitución no estaba acorde a la Constitución Federal, que, desde luego, va más allá. Entonces se intentó eliminar todo el capítulo de Derechos Humanos.
“Estuvo a punto de tirarse a la basura. Pero la Suprema Corte de Justicia defendió la Constitución y dijo que no contradecía la Constitución Federal. Habían artículos que iban más allá, pero que no la contradecía. Por eso la visión jurídica es muy importante, claro”.
Luego, ¿cómo lo trabajado ha impactado efectivamente para que se produzcan esas vidas más justas? ¿Existe algún aprendizaje luego de ver cómo han implementado?
“Es demasiado pronto para decirlo. Sí te quiero decir que, aunque era un gobierno de izquierda el que existía en la Ciudad de México, el último jefe de gobierno, el doctor Miguel Ángel Mancera, pues no empujó tanto esto. Son dos años y medio desde que ingresó una mujer por primera vez como Jefa de Gobierno elegida, la doctora Claudia Sheinbaum, o sea, tiene dos años ejerciendo esta Nueva Constitución. Es poco tiempo, sobre todo considerando que el último año fue COVID19. Pero ella jala (atrae, en México) tantísimo, jala recursos, energías”.
Consejos para las constituyentes chilenas
Para finalizar, ¿qué recomendación le harías a las mujeres que integrarán el proceso constituyente en Chile?
“Que hay que subir a tribuna todos los temas, todo el tiempo. No solamente los de las leyes, sino también todo lo que esté ocurriendo. Como lo de las edecanes, por ejemplo, o lo de los cuidados. En una oportunidad yo les dije: ‘¿quién les está cuidando a sus hijitos chiquitos? ¿quién está cuidando ahorita a sus hijos, a sus bebés, a sus nietos? ¿quién está cuidando a la persona más anciana de su casa? Les aseguro que es una mujer’. Tomar esas cosas cotidianas y llevarlas al recinto, yo siento que fueron útiles”.
“Creo que, además de toda la argumentación teórica y práctica que obviamente tenemos las feministas, hay que escuchar en los pasillos. En los pasillos -dice (Emil) Cioran- ocurren las grandes decisiones. Teníamos una periodista, por ejemplo, muy capacitada, que tenía un hijo con Síndrome de Down, y la agenda de discapacidad avanzó bastante porque ella se encargaba de que estuviera en todas partes. Si digo: ‘a estas compañeras las están acosando, o ¿a ustedes quienes le están cuidando a sus hijos?’, es porque sabemos que ahí se está viviendo el machismo, la discriminación y desigualdad. Hay que llegar por lo racional y también por lo emocional”.