Hablar en público implica exponerse. Y eso nos da miedo porque, como ya vimos, no sólo no hemos tenido entrenamiento, sino que las ideas de la Antigüedad tienen una vigencia que asombran. Basta asomarse a lo que se dice en las redes cuando alguna mujer hace uso de su voz para decir algo que incomoda a los emisarios del patriarcado.
Sin embargo, si se quiere transformar la comunidad, participar en política, tomar decisiones, es imperativo hablar en público. Y para eso, hay que exponerse, hay que hacerse visible.
La socióloga Brené Brown tiene investigaciones muy interesantes de lo que ella llama vulnerabilidad, que, en pocas palabras, define como: “Tener la valentía para actuar cuando no puedes controlar los resultados”.
Sus investigaciones muestran que de nuestra capacidad para ser vulnerables nace la valentía, la empatía, el poder para ser visible y el coraje de ser imperfectas.
Ella sostiene: “La vulnerabilidad es dura, da miedo, se siente peligrosa; pero no es tan difícil, aterradora y peligrosa como llegar al final de nuestras vidas y tener que preguntarnos: ¿y si me hubiera expuesto?”
También sus charlas en YouTube Y una conferencia en Netflix: La llamada de la valentía. Aquí un avance.
Recomiendo sus libros: El Poder de ser vulnerable y Más fuerte que nunca.
Has decidido participar en política. Así que has decidido mostrarte, exponerte. Yo te ayudo.
5 Claves para hablar en público
1. Prepárate
Sea una breve intervención en una reunión o un discurso ante cientos o miles, la preparación es clave. De hecho, la improvisación nace de un largo entrenamiento en la preparación.
Para ello tengo tres recomendaciones:
- Prepara más el tema que el discurso. Debes saber lo suficiente de lo que vas a hablar. Si te preparan el discurso, mi recomendación es la misma, lee sobre el tema lo más que puedas.
- Escribe lo que vas a decir. Y léelo en voz alta varias veces. Si te escriben el discurso, con más razón, lee, lee, lee. Practica la entonación, las pausas, subraya aquello en lo que quieres poner énfasis. Y jamás te lo aprendas de memoria.
- Imprímelo con hojas numeradas y un tamaño de letra suficientemente grande para que lo leas. Desde luego si usas lentes, ¡úsalos!
2. El miedo se controla
El miedo es un aliado no un enemigo. Nos permite estar alertas, activa todos nuestros sentidos. La clave se encuentra en que tú lo domines y no permitas que él tome el control.
Tres recomendaciones:
- Respira. Prueba con la respiración al cuadrado: cinco tiempos para inhalar, cinco para retener, cinco para exhalar y cinco para retener. Repite el ciclo hasta que sientas calma. También puedes probar inhalar en cuatro tiempos, exhalar en cuatro, retener en ocho y volver a inhalar.
Respira y sonríe. El cerebro “lee” que si sonríes y respiras todo está bien.
- No releas tus notas. Mejor, mira el lugar y mentalmente descríbelo. Eso también mantendrá a tu cerebro alejado del “botón” de huye o ataca.
- Mantén la presencia en el evento todo el tiempo. Es decir, todos tus sentidos en el aquí y ahora.
3. Toma tu tiempo
Si te es posible llega con antelación para familiarizarte con el lugar. Es muy útil el pódium, porque coloca una “barrera” que te permitirá disimular y controlar el miedo. Pero suele estar diseñado para personas altas. Así que pide un escalón para que no quedes oculta.
- Cuando llegue tu turno sube despacio. Acomoda tus notas, acomoda el micrófono.
- Si necesitas ayuda, pídelo como una reina: con calma. Si, por ejemplo, pita el micrófono, voltea tranquilamente a ver al del sonido para que lo resuelva. Y jamás digas que estás nerviosa o te disculpes por ello.
- Al terminar tu discurso no salgas corriendo. Recibe los aplausos con calma. Y sonríe (recuerda, eso tranquiliza a tu cerebro)
4. Conecta con tu audiencia
- Al subir al escenario toma unos segundos, cinco, por ejemplo, para ver a tu alrededor. Si puedes, ve a los ojos de la audiencia; si no, ve por encima de sus cabezas (no se va a notar que no miras a nadie en particular).
- Sonríe y saluda, con la mano o con una frase: ¡Me alegra mucho estar aquí con ustedes!
- Es muy útil comenzar con una anécdota, pero tiene que estar conectada con el mensaje principal y tiene que ser verdad. También puede ser un dato, pero debe ser fácil de asimilar y si es tangible, mejor. Por ejemplo: Imaginen que un avión lleno de mujeres se cae. Mueren todas. Ahora imaginan que cae uno diario. De ese tamaño es la tragedia de los feminicidios en México.
5. Gesticula
- Si al principio estás muy nerviosa puedes mantener los brazos abiertos en el pódium.
- En cuanto puedas utiliza las manos para reforzar algún punto, para tocar tu corazón si hablas de ti misma, para enumerar. En cualquier caso mantenlas a la vista.
Al terminar tu intervención no preguntes “¿Cómo salió?”, ¿cómo lo hice?” eso te resta poder. Mejor, después, a solas o con alguien de tu absoluta confianza, haz una autocrítica. Pero ésta debe ser amable y compasiva. Anota primero los aciertos. Y después aquello que creas que debas mejorar.